Hay un delito en tu teléfono: Así se utilizan los móviles para dar caza a un delincuente | El Correo

2022-08-20 11:45:02 By : Mr. Mike Ma

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Dejamos huellas por todas partes. Para ejecutar el crimen perfecto ya no solo hace falta destreza, frialdad o inteligencia, sino muchísima suerte. Siempre escaseará algo, habrá un desliz en el maquiavélico plan, o los testigos tecnológicos chivarán información para el esclarecimiento del caso. Solo en el primer trimestre de 2021 fueron asesinadas en España 60 personas. Muchos de los casos no trascienden y las investigaciones ni siquiera se hacen públicas, no obstante en ocasiones estas tragedias pasan a formar parte de la memoria colectiva. El reciente caso de Samuel Luiz, el de las niñas Anna y Olivia, la reapertura de la búsqueda de Marta Calvo o el interminable caso Marta del Castillo tienen en los teléfonos móviles de sus verdugos algunas de las claves de la investigación de los hechos delictivos. Los Smartphones no mienten y la geolocalización o la triangulación mediante antenas permitió que Patrick Nogueira, Sergio Morate,José Enrique Abuín o Antonio Ortiz, duerman a día de hoy entre rejas.

«Los crímenes no resueltos a día de hoy, podrían resolverse mañana. Existe una investigación imperfecta o pendiente de completar», explicó en una charla universitaria el prestigioso médico forense, Aitor M. Curiel. La investigación de otros grandes casos que mantienen en jaque a los cuerpos de seguridad españoles como el de las niñas de Alcàsser, Eva Blanco o Cristina Bergua quizás hubiesen tenido otro final de haber contado con estos aliados del siglo XXI para la Policía Judicial tras la llegada de las nuevas redes 3G.

La comunicación entre móvil y antena es la clave. Todos los teléfonos necesitan conectarse a un receptor para establecer cualquier tipo de comunicación. De hecho, aunque el famoso modo avión promete desconectar nuestro móvil por completo, anulando todas las conexiones, lo cierto es que la comunicación con las antenas siempre está en marcha, incluso con el móvil apagado. Éste siempre será localizable si está en el rango de alcance de una antena. «El teléfono va mandando señales de dónde está, y mediante métodos geométricos básicos se hacen triangulaciones para establecer el punto exacto en el que se cruzan. Normalmente es visto por más de una antena a la vez y la potencia de señal es un estimador de la distancia», indica Xavier Villajosana, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC.

En España hay 147.600 antenas de telefonía móvil que dan servicio a más de 50 millones de usuarios. Una cifra que se ha duplicado en los últimos años debido sobre todo a la expansión de la banda ancha móvil (los servicios 3G y 4G). Cuando un usuario camina de un sitio a otro, cuando viaja en algún medio de transporte, su móvil hace lo propio, a lomos de las antenas de telefonía móvil. Y esto deja un rastro. «La localización de un móvil es más fácil en una ciudad que en el campo debido a la orografía y al número de antenas . El margen de error en entornos urbanos es de metros», explica el experto.

Si un móvil está conectado a una sola antena solo se puede conocer a qué distancia de la misma está, describiendo un círculo de posibles posiciones donde se encontrará. Si añadimos una segunda antena, la precisión de la posición del móvil aumenta, ya que se podrá encontrar en la intersección de los dos radios, dos puntos únicamente. Pero ya, si añadimos una tercera antena obtendremos el punto concreto, que será donde se encuentren los radios dibujados por las tres antenas.

La información contenida en el interior de los smartphones es muy valiosa. «Si se trata de un dispositivo Apple existen muy pocas posibilidades de recuperar nada, en caso de ser Android se hacen extracciones a través de software o mediante equipos de desencriptación como Cellebrite, que permiten acceder al contenido de la inmensa mayoría de móviles en el mercado independientemente de que se encuentren encriptados, protegidos por contraseña o por cualquier otra case de sistema de seguridad», explica el perito informático Carlos Aldama, que detalla que lo que más piden a profesionales como él, son las localizaciones o conversaciones de WhatsApps, ya que el registro de llamadas lo facilitan a las autoridades las propias operadoras móviles.

Los datos son la gallina de los huevos de oro del siglo XXI. Un tesoro que permite obtener información que posteriormente es usada para vendernos cualquier cosa. Se trata de uno de los bienes más codiciados por las grandes empresas en la actualidad para adaptar sus productos a los hábitos y necesidades de los clientes. La relevancia la ponen de manifiesto las operaciones de gigante como Facebook, que hace seis años compró WhatsApp por más de 21.800 millones de dólares (18.000 millones de euros), o la que cerró hace unos años Google, cuando aquirio Youtube por 1.650 millones de dólares.

Tengas el móvil que tengas simplemente con usarlo ya estás dando una gran cantidad de información sobre ti mismo y tus actividades. Saben nuestras rutinas o dónde estamos, la velocidad a la que nos movemos, las aplicaciones que más usamos o la forma en la que navegamos por Internet. Incluso dependiendo del modelo, ni nuestras huellas dactilares o el patrón de nuestro iris tienen secretos para ellos. Los smartphones nos ofrecen una ventana al mundo, pero las aplicaciones de terceros pueden echar un vistazo dentro si obtienen los permisos adecuados.

De esta manera pese a que esta información parece destinada a facilitarte las cosas, lo cierto es que resulta inquietante que una red social o web a la que accedes te invite a comprar ese sofá que buscas o el viaje que te interesa hacer el próximo verano. A través del GPS, por ejemplo, sistemas de navegación como Google Maps, que tiene todas tus localizaciones en una cronología en caso de que hayas aceptado en ajustes las ubicaciones, permite que otras aplicaciones nos ofrezcan servicios próximos. Mediante el Bluetooth intercambiamos datos en distancias cortas y las conexiones que habilita mueven información entre el terminal y los dispositivos wearables que usemos. El uso del teléfono deja a su paso registros de llamadas y mensajes, listados de contactos y contenidos almacenados en forma de fotografías o documentos. Hay que ser cauteloso en la adjudicación de permisos de accesos a estas áreas a aplicaciones que no tienen por qué necesitarlos y por lo tanto, dar la debida importancia a las políticas de privacidad de cualquier aplicación que descargamos.