REPORTERA: La cita era a las tres de la tarde en la Glorieta de Insurgentes. Jóvenes autodenominados emos estaban reunidos para manifestarse y defender su ideología.
DANIEL ALARCÓN: Lo que están escuchando es un reportaje de TV Azteca.
GRUPO: ¡Emos, emos, emos, emos!
ALARCÓN: Para los que no saben o necesitan un recordatorio… Repasemos: en los 90 se hablaba de tribus urbanas, grupos de personas, especialmente jóvenes, con gustos similares. Una de esas tribus eran los emos.
A ver… eran adolescentes vestidos con colores oscuros, a veces rosa, playeras a rayas... pantalones entubados. El cabello largo les caía por la frente cubriéndoles los ojos…
Emo viene de emoción. Su filosofía, si se puede decir filosofía, era sentir… y sentir mucho. Una cosa muy adolescente. Si fuera un poquito más joven, seguramente me hubiera identificado con ellos. Expresaban una tristeza medio teatral que se reflejaba en su estética y especialmente en su música.
Entonces, ese día en la Glorieta de Insurgentes, se manifestaban porque sus némesis habían llegado...
REPORTERA: La amenaza era por parte de grupos llamados punketos y así fue. Llegaron con gritos.
ALARCÓN: Los punks, o punketos como les dice la reportera, son mucho más conocidos… Anarquía, cadenas, música pesada, piercings, chaquetas de cuero y botas militares. Y los peinados, claro… mohicanos que se peleaban contra la gravedad.
La cosa es que los punks no estaban nada felices con los emos por razones que conocerán más adelante. Pero un grupo se dedicó a organizar una golpiza por internet.
Le pusieron hora, fecha y hasta lema al evento: “Haz patria y mata a un emo”. Los emos estaban acostumbrados a un bullying brutal, pero ese día justamente, en la Glorieta de Insurgentes, hicieron lo que nadie se esperaba… Se defendieron.
Y eso les vamos a contar hoy: la historia de una de las batallas más extrañas que ha vivido Ciudad de México: los emos vs los punks, y las consecuencias que tuvo este enfrentamiento en la escena contracultural de ese país.
Dentro del equipo de Radio Ambulante hay una persona que recuerda muy bien todo lo que sucedió. Nuestra asistente de producción, Fernanda Guzmán.
Después de la pausa, Fernanda nos cuenta.
FERNANDA GUZMÁN: Antes de todo quiero aclarar algo. Voy a hablar de heridos y rencor, de peleas callejeras, odio innecesario, hasta gratuito. Pero igual —y esto sonará raro— muchos de los que recordamos esa batalla le tenemos algo de cariño. Fue el pequeño defendiéndose contra el grande, el matón… Siempre hay algo de inspirador en eso.
Cuando los emos se pusieron de moda, a mediados de los años 2000, yo estaba en la secundaria. Ha pasado más de una década, se siente que ha sido una eternidad. Y es que ser adolescente entonces era muy diferente a lo que es ahora.
Por ejemplo, la información no circulaba como hoy. El internet apenas estaba comenzando a ser algo del día a día para los adolescentes en México. ¿Recuerdan los teléfonos de ese momento? Con teclas, cámaras de bajísima calidad, algunos todavía tenían antenas que tenías que sacar para tener señal… Y para pasar música tenías que usar tecnología completamente obsoleta, como el infrarrojo.
Facebook y Twitter ya existían, pero no eran tan populares. Lo que sí se usaba era My Space, Hi 5, Metroflog. Antes de que habláramos de que algo se hizo viral, los chistes y los chismes se esparcían por medio de cadenas de correos electrónicos con tipografía comic sans, colores chillones y virus informáticos. Era una vida más lenta y… de muchas formas, más simple.
La mitad de mi escuela era o quería ser emo, y la otra mitad les hacía bullying. Era el orden de las cosas. Simple.
Pero ser emo tenía su encanto. Esa teatralidad, ese sentir las emociones sin ningún filtro, ese ir en contra de lo que se nos dice que es la norma… En la adolescencia son cosas que te atrapan, que hasta necesitas.
Aquí una confesión: yo no me escapé de ese encanto. Aunque no quería admitir en voz alta que me gustaba lo emo, mi cabello casualmente siempre cubría uno de mis ojos. Pero eso sí, a quien me preguntaba le decía: “No, no soy emo, qué va”. Traté de conversarlo una vez con mi papá: “¿Y si fuera emo qué pensarías?”, le pregunté. “No te clasifiques”, me dijo él.
Aunque clasificarse es parte de buscar la identidad, por lo menos al inicio. Y todos en mi escuela lo estaban haciendo. La mayoría eran emo. También recuerdo a los skaters, los metaleros, los fresas, algunos rockeros… Había de todo.
Pero esta historia no es sobre mí, sobre los que no sabíamos si queríamos ser abiertamente emos o no. Es sobre aquellos que sí cargaban la etiqueta con orgullo. Les presento a uno de ellos: Ollin Sánchez, mejor conocido en ese entonces como “el Mosco”.
OLLIN SÁNCHEZ: Mi primer contacto así que conocí lo del emo fue entrando luego, luego a la prepa. Tenía yo creo que como 15 años, 16…
GUZMÁN: Esto fue en el 2006 cuando todavía no había peleas ni enemigos de los emos. Ollin era, por decirlo de alguna manera, de las primeras oleadas de emos de los dosmiles en la Ciudad de México.
SÁNCHEZ: Pues eso estaba casi en pañales, lo del emo. Ahí andábamos inventándole y…
GUZMÁN: En ese momento no se les prestaba mucha atención. Eran grupos pequeños de amigos que hablaban de música, de sus vidas… que bebían a escondidas y vagaban juntos por la calle para pasar el rato. El sueño adolescente.
Para ir creando su estética imitaban el estilo de las bandas que les gustaban, tomaban ideas de la ropa de sus amigos y también buscaban inspiración a través de MySpace. Allí había fotografías de emos de otros países, especialmente de Estados Unidos, mostrando sus peinados y su forma de vestir. Y principalmente la música…
ALEJANDRO CASTILLO: De hecho MySpace era el lugar por donde tú conocías a las bandas. Y podías conseguir música de ellos.
GUZMÁN: Él es Alejandro Castillo, el “Bake”, uno de los mejores amigos de Ollín en ese entonces. Él era fan de la cultura japonesa, especialmente de la música. Y la estética emo le llamó mucho la atención.
CASTILLO: Los pantalones entubados, playeras negras, delineados los ojos. Digamos el verse un… un poco andrógino y es que eso era lo que yo encontraba en los grupos japoneses…
GUZMÁN: También estaban los referentes de Estados Unidos: My Chemical Romance, Paramore, Fall Out Boy… Y otros latinos: PXNDX, Delux, Kudai... muchas bandas pop punk, de metal, de screamo y post-hardcore, que es este género de rock con gritos guturales y dramáticos, el favorito de Alejandro.
CASTILLO: Sí hay cosas que en un momento tú las quieres expresar y no encuentras la mejor manera de expresarlas que así como dicen: quisieras gritar.
GUZMÁN: A diferencia del punk, que suele hablar del rechazo al sistema y la política… las letras de la música, entre comillas, emo hablaba más de conflictos íntimos, de nuestras emociones, claro.
Con el tiempo la moda emo se fue masificando. Ya no eran bolitas de amigos aisladas en escuelas de aquí y allá. De pronto las plazas comerciales, los parques, las plazas públicas… las calles en general estaban llenas de emos. Nadie sabía de dónde salían, pero las ciudades alrededor del país estaban siendo tomadas por adolescentes con flequillos largos.
Los emos adoptaban puntos específicos de la ciudad para convertirlos en guaridas.
SÁNCHEZ: Primer lugar donde nos empezamos a juntar fue en el Chopo.
CASTILLO: Yo comencé a juntarme con un grupo de amigos en el Chopo. El Chopo es aquí un tianguis en la Ciudad de México que se pone los sábados.
GUZMÁN: El Chopo es un mercado callejero con decenas de puestos de chácharas, ropa, accesorios y lo más importante: música, mucha, mucha música. No solo se vende, también se intercambian álbumes, se organizan conciertos y eventos culturales.
DANIEL HERNÁNDEZ: El Chopo es históricamente, desde los ochentas, donde se reúnen todas las subculturas de los jóvenes de México. Se unen y se enlacen las diferentes contraculturas, las banditas: los punks, los skatos, los raperos, los pachucos.
GUZMÁN: Este es Daniel Hernández. Es periodista, ahora trabaja en el LA Times. Pero en ese tiempo escribió sobre las subculturas de la ciudad de México. Y en la época en que los emos empezaron a visitar el Chopo, él pasaba ahí investigando.
HERNÁNDEZ: Y de repente se veía, yo lo veía con mis propios ojos, como una nueva ola de moda principalmente, de estos chavalos que se hacían así los flecos altísimos de atrás o de enfrente.
GUZMÁN: Y esta pinta llamó la atención...
HERNÁNDEZ: O sea de los grupos que ya eran más, o son más establecidos: los góticos, los punks o los skinheads o los así, rockeros hardcore… el emo, sí era como un poquito chistoso.
GUZMÁN: Les resultaban una parodia mal hecha de sí mismos. Un intento de copiar algo de todos y no conseguir nada propio.
HERNÁNDEZ: Entonces era… hum… aquí se siente un poco de tensión social.
GUZMÁN: Para la gran mayoría de estos grupos establecidos los emos eran niños superficiales y nada más, pero algunos se lo tomaron personal. Por eso, empezó el movimiento anti-emo: con llamados a golpearlos y todo lo demás. Y el primer lugar del que los quisieron echar fue, justamente, del Chopo.
SÁNCHEZ: No fuimos bien recibidos, así era de que llegabas y… y hostigamiento y groserías. Y pues tal cual nos corrieron, o sea nos corrieron así de que: “Ustedes no pueden estar aquí, váyanse”.
GUZMÁN: Así que tuvieron que renunciar al Chopo. Estos son algunos de los antiemos de la época hablando en entrevistas de televisión:
PUNK 1: Eso no es movimiento, eso no es cultura. Me hablas de cultura, yo soy mexica.
PUNK 2: No porque ellos sí son discriminados. Toman como su ideología principal la depresión y la depresión no es una… una ideología, es una enfermedad.
PUNK 3: Están tomando cosas de distintas culturas y no saben ni qué pedo (beep de censura). No saben, no se han puesto a investigar qué significa el peinado, qué significan las botas, no saben nada. Están tomando solo por moda. Hace unos años no habían y ahora si bien te va encuentras cincuenta emos en el día.
GUZMÁN: Con el tiempo, el ambiente de tensión en contra de los emos creció: fuera del Chopo y fuera de las escuelas... Un momento clave en esta transformación fue cuando se transmitió este monólogo:
KRISTOFF: El emo es una mamada. ¿Qué es el emo? Es una cosa para niñas de quince años.
GUZMÁN: Éste es Kristoff, un presentador de Telehit, uno de esos canales musicales del montón que intentaba aspirar a tener un estilo como el de MTV. El canal era muy influyente entre los adolescentes… Sus presentadores eran personalidades públicas y lo que decían tenía relevancia… Por eso el peso de las palabras de Kristoff, que era una de las estrellas…
KRISTOFF: Se acaban de emocionar porque les encanta el cantante del grupito, no porque les guste la música. Número 1, número 2 ¿es necesaria… necesario crear un nuevo género para expresar emociones?, ¿no nos sirve con el death metal?, ¿no tenemos suficiente con el punk?, ¿no tenemos suficiente con Camila, Sin Bandera, José José?
GUZMÁN: Como parte de su investigación, Daniel Hernández pudo platicar con él. Esta fue su reacción cuando lo recordó:
HERNÁNDEZ: Kristoff (risas). Ay no, Kristoff.
KRISTOFF: Es necesario crear un nuevo género que diga: “Güey, todos los demás están equivocados, emocionalmente no nos llenan” Fucking bullshit niños, no hay movimiento, no hay una manera de pensar, no hay músicos.
HERNÁNDEZ: Kristoff era, pues sí, un… un presentador muy macho, como… como muy rock, ¿verdad?, rock mainstream, pero que se cree… ¿alternativo? (risas).
GUZMÁN: Esa imagen, la que interpretaba Kristoff, era la que querían mantener algunos rockerillos, en especial los antiemo: fuertes, rudos, superiores… fastidiados de estos adolescentes emotivos. El monólogo que hizo Kristoff ese día se hizo lo que ahora se llamaría viral, le llegó a mucha gente.
HERNÁNDEZ: Y con ese clip creo que muchos otros mexicanos y jóvenes que no eran emos se sentían, eh, apoyados, se sentían inspirados en tomar las palabras de Kristoff y aplicarlos directamente a los emos en cualquier pueblo que estaban.
GUZMÁN: Ollín y Alejandro cuentan que después de ser exiliados del Chopo buscaron otro lugar para hacerlo su punto de reunión. Uno de sus amigos los invitó al bar donde trabajaba: Los Sillones.
Era un bar pequeñito que vendía cerveza, ponía la música de moda de la época y estaba a una calle de la Glorieta de Insurgentes. Y para los que nunca han visitado la Ciudad de México les cuento cómo es la Glorieta. Es una gran plaza circular al aire libre, donde miles de personas transitan a diario. En las orillas hay muchos locales de comida, ropa, farmacias, cafés internet, y en ese entonces, hasta un puesto de maquinitas de videojuegos. Siempre está concurrida porque es la salida de la estación Insurgentes del metro, una de las más importantes y céntricas de la ciudad.
Y bueno, el bar se llamaba Los Sillones porque literalmente era un lugar que solo tenía un par de sillones para sentarse y beber. Nada más. Era bastante cutre, o sea, descuidado.
SÁNCHEZ: O sea toda… toda la gente llegó a la Glorieta porque poquitos emos llegamos a los famósimos (sic) sillones que era como un… un localito que después se volvió como un bar clandestino, o algo así, porque pues todos éramos menores de edad y ahí tomábamos.
GUZMÁN: Ya se imaginarán por qué era popular. Los Sillones se convirtió en el nuevo punto de reunión exclusivamente emo. Claro que no tenían un letrero en la puerta donde dijera que solamente los emos podían entrar, pero la apropiación del lugar estaba clara. Daniel Hernández, por ejemplo...
HERNÁNDEZ: Yo nunca pude entrar a Los Sillones, la neta no pude entrar. Sentía que era un lugar donde literalmente tenías que tener fleco para entrar y… (risa).
GUZMÁN: Así que los emos empezaron a quedar de verse en la Glorieta para de ahí irse a Los Sillones. Y como era un lugar demasiado pequeño para un ejército de emos, siempre estaba a reventar. Muchos no entraban al bar clandestino y se quedaban a pasar el rato en la Glorieta, platicando y escuchando música.
Esa plaza y ese bar se convirtieron en un refugio para los emos, un lugar donde por fin nadie los molestaba, donde tenían una segunda familia de amigos, que a esa edad es muy importante. Y donde finalmente podían simplemente ser.
HERNÁNDEZ: Ya había una geografía, ¿me entiendes? Ya habían lugares donde este nuevo grupito ya podía reclamar un poco de espacio público. Y para mí la Ciudad de México siempre es un tema como de conflicto sobre el espacio público. Siempre es un tema, ¿no?, en la ciudad.
GUZMÁN: Para los ojos de los punks y antiemos más dogmáticos esto era una amenaza. Ya no solo les estaban, en sus palabras, copiando el estilo, ahora también se estaban apropiando de los espacios en la ciudad. Así que no les iban a ceder la Glorieta tan fácil. Otra vez, Ollín.
SÁNCHEZ: Iban punks ahí a la Glorieta a… se… se decía a cortar copetes. O sea literal: sí iban y te cortaban el fleco.
GUZMÁN: Los perseguían…
SÁNCHEZ: Y al que agarraban lo golpeaban y le cortaban el fleco.
GUZMÁN: Además de las golpizas, esto de cortarles el cabello me resultó sumamente violento. Tengan en cuenta que los emos eran adolescentes de 13 a 17 años, mientras que los punks eran más grandes, jóvenes en sus veintes metiéndose con morritos, niños.
Si bien los emos seguían siendo una moda masiva, ningún espacio que adoptaban a lo largo del país era un lugar seguro para ellos. Con ayuda del internet y los medios de comunicación, el odio a los emos ya no era un asunto pequeño.
HERNÁNDEZ: Y justo en muchas otras ciudades en todo México de repente hay un chingo de emos y también un chingo de gente diciéndose o declarándose antiemo.
GUZMÁN: Se organizaban para tal día y tal hora salir a golpear a los emos. Una de las primeras veces fue en Querétaro, a unas dos horas de la capital.
CASTILLO: Unos ya estaban espantados porque se había compartido un video de Querétaro donde golpearon a unos chicos emos en una plaza.
ANTIEMOS: ¡Quiere llorar, quiere llorar, quiere llorar!
CASTILLO: Entonces ya sabes, el miedo, ¿no?
GUZMÁN: El miedo lo recuerdo. Para mí llegó con un video que compartió un desconocido a los celulares de toda mi clase. Se veía una joven a la que golpeaban con un ladrillo en la cabeza. Nadie tuvo que explicarme el contexto. Por su apariencia… su cabello, entendí que la chica era emo. Todos nos impactamos. Fue el tema de conversación el día entero y también una de las razones principales por las que decidí no ser emo, aunque me encantaba el estilo. Fue hasta ahora, investigando esta historia, que me enteré que el video era, en realidad, de medio oriente y no de México. Pero el nivel de persecución que tenía este grupo lo hacía parecer completamente viable en mi país.
El primer video, el que sí era de la golpiza de Querétaro, se difundió en Ciudad de México con la amenaza de que se repetiría aquí. En My Space y por correo electrónico comenzó a circular una imagen de fondo negro y letras blancas en la que se leía: “Haz patria y mata un emo”.
Por incidentes como el de Querétaro y las llamadas a la violencia que circulaban en internet contra los emos, se sentía que las cosas se salían de control.
Hasta el mismo Kristoff, que antes se había burlado de los emos, ahora salía a intentar apaciguar un poco las cosas. A su manera.
KRISTOFF: ¿Por qué se meten con los emos? Se meten con los emos porque los emos no se defienden güey, porque están en su pinche pedo. Déjenlos cabrón, ¿cuál es el pinche pedo? Qué huevos tienen para juntarse por internet güey y madrearse a tres pobres cabrones emo. ¿Qué verga les hicieron estos chavitos?, ¿qué mamada les hicieron estos niños?
GUZMÁN: Y cerró con esto:
KRISTOFF: Yo puedo no estar de acuerdo con lo que piensan los emos o con lo que piensan las otras personas, pero moriría cabrón… moriría por defender el derecho que tienen esos cabrones de expresarse. Gracias. ¡Madres! (aplausos) pinche gente pendeja…
GUZMÁN: Pero ya era demasiado tarde. Se había formado una convocatoria para una golpiza en Ciudad de México el sábado 15 de marzo del 2008 a las 3 de la tarde, en la Glorieta de Insurgentes. Fue solo una semana después del incidente en Querétaro.
Ese sábado la tarde estaba clara y despejada. Una de las personas en la Glorieta de Insurgentes ese día era él.
SALVADOR CASTRO: Me llamo Salvador Castro. Soy de aquí de la Ciudad. Tengo 32 años.
GUZMÁN: Salvador, que en ese momento tenía 19 años, y uno de sus amigos habían quedado en ir a jugar a las maquinitas de uno de los locales de la zona. Ninguno de los dos era emo como tal, pero disfrutaban de la misma música y estética, así que conocían bien a los emos y a los punks. El amigo de Salvador trató de prevenirlo, le dijo que probablemente habría conflicto ese día y que mejor fueran a otro lado, pero Salvador lo tranquilizó.
CASTRO: No va a haber… no va a haber nada. Van a llegar tres pinches metaleros a querer madrear a diez güeyes. Y los otros güeyes no van a hacer nada. O sea nada más se van a gritonear.
GUZMÁN: Mientras ellos jugaban maquinitas poco a poco la Glorieta se comenzó a llenar, incluso más de lo habitual. Si un día normal había entre cincuenta o cien emos, ese 15 de marzo había más de doscientos...
CASTRO: Y salimos y empezamos a ver a… a demasiados ya… eran demasiados emos. Si era como de oye… pues va a haber tocada, ¿o qué onda?
GUZMÁN: Tocada significa concierto. Esa tarde, Ollín y Alejandro estaban en los Sillones. Alejandro había preparado una fiesta para esa noche, y la estaban esperando con ansias. Trataban de relajarse como cualquier otro sábado, pero no podían obviar que el ambiente estaba tenso. Muchos en el bar tenían miedo de que los punks aparecieran.
SÁNCHEZ: La verdad yo no lo tomé así como… como muy en serio, pensé que no iba a pasar. Estábamos en este bar que te digo, Los Sillones, cuando… cuando ya empezaron a decir que sí… que sí estaban llegando.
GUZMÁN: Los emos que estaban en Los Sillones se levantaron y se unieron al resto que estaba afuera. Se pusieron a platicar hasta que los interrumpió un ruido: de una de las entradas a la Glorieta se escuchaban acercarse unos gritos a lo lejos.
CASTRO: En eso vemos que venían unos… unos darketos y unos metaleros, con unos punks que traían unas cadenas. Y sí le dije: “ah, no manches, creo que sí va haber pedo, güey”. Mi amigo me dijo: “No, no manches”. “No, pues te estoy diciendo cabrón.”
GUZMÁN: La Glorieta se separó en dos bandos. Los emos y los punks. La ventaja de los emos era que los superaban abismalmente en número: había menos de 20 anti-emos, punks y metaleros en su mayoría, contra más de 200 emos.
Uno de los amigos de Ollín y Alejandro trató de evitar la confrontación, se acercó al grupo contrario y les dijo:
CASTILLO: ¿Qué, qué quieren ahí, no? Que están molestando. Que nosotros no estamos haciendo nada, que se fueran.
GUZMÁN: Pero a pesar de verse en desventaja, los punks no pretendían echarse para atrás. Los amenazaron con gritos.
CASTRO: Empezaron a gritonear, se estaban gritando de: “No, pues es que te voy a madrear, te voy a matar. Van a ver ahorita hijos de la chingada”. Y los… los emos decían así como de: “Pues cámara, güey, pues aviéntate”.
GUZMÁN: “Cámara” es como decir “pues adelante”. La policía se acercó a la zona para tratar de imponer paz con su presencia y prevenir que la situación terminara en golpes. Pero a nadie le importó.
Rápidamente un grupo de emos buscó en el piso lo que fuera para defenderse y hacer retroceder a los punks.
CASTRO: Y se estaban aventando botellas… basura. En general se aventaban basura.
GUZMÁN: Una reportera de televisión ya había llegado al lugar y su camarógrafo estaba grabando todo lo que pasaba.
REPORTERA: Los emos respondieron aventando botellas que golpearon a parte de la otra banda.
GUZMÁN: Con esto inició la primera oleada de golpes. Ollín se puso en una zona segura tratando de esquivar las agresiones. Pero Alejandro corrió detrás de uno de sus amigos para defenderlo, y logró liberarlo de uno de los punks.
CASTILLO: Yo llego atrás de mi amigo, lo jalo. Y pues, ahora sí que, tal cual así que en el calor de lo que pasó, llego y le pego al otro y se cae con su novia.
GUZMÁN: Salvador no podía creer que los adolescentes emos estuvieran respondiendo a los golpes.
CASTRO: Y era como muy… muy raro ver… verlos a ellos como sensi… siendo agresivos, ¿no? a todos los chiquillos emos.
ALARCÓN: Y es que a los ojos de todos, los emos eran dóciles. Pero bueno, ahí estaban, respondiendo a los ataques para sorpresa de los espectadores, y claro, de los punks.
Y la batalla apenas iniciaba.
ALARCÓN: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón.
Antes de la pausa, escuchábamos cómo el hostigamiento hacia los emos en México había crecido por años… Hasta que todo explotó en marzo del 2008, con ataques violentos en varias ciudades, y una batalla entre tribus urbanas en la Glorieta de Insurgentes, un punto muy concurrido y céntrico de Ciudad de México. Las botellas y la basura volaban por el aire como proyectiles. Los punks, que habían venido a atacar a los emos, se encontraban, para su sorpresa, acorralados.
Pero la batalla continuaba. Nadie estaba dispuesto a desistir.
GUZMÁN: Después de golpear y tirar al suelo a un punk, Alejandro atravesó el campo de batalla y regresó con Ollín y su grupo de amigos. El plan era defenderse como pudieran de los punks, que lejos de rendirse, seguían peleando y lanzando insultos. Así lo recuerdan Alejandro y Salvador…
CASTILLO: Pinches emos, pendejos, putos y cosas así…
CASTRO: “Ahorita vas a ver hijo de tu puta madre, te voy a reventar todo el pinche hocico, pinche emo de mierda”. De eso me acuerdo así tal cual cómo lo escuché porque hasta lo volteé a ver al metalero de “ah, oye güey, tranquilo”.
GUZMÁN: Eventualmente los dos bandos se quedaron sin energía y todos necesitaban un poco de aire. Había insultos viajando de un lado al otro de la Glorieta, pero los golpes pararon.
CASTRO: Se habían tomado como un descanso de que todo mundo se cansó de pelearse con todo mundo y estaban ahí como lamiéndose sus heridas.
GUZMÁN: Fue un momento de tregua y la policía aprovechó la pausa para tratar de dispersar a ambos bandos. Pasaron dos horas, el suficiente tiempo para que todos pensaran que el conflicto ya se había terminado. Pero la paz fue momentánea. De la nada, alguien soltó un cinturonazo y entonces...
REPORTERA: El segundo enfrentamiento… (Sonido de conflicto de fondo). Las mujeres de ambos bandos se transformaban en fieras. Estaban listos con cinturón en mano, de pronto…
GUZMÁN: Durante la pausa, los punks consiguieron refuerzos, pero los emos seguían siendo mayoría. Recordemos que habían sufrido años de bullying y acoso. Llegó un punto donde lo único que todos necesitaban era desquitarse, ya ni siquiera importaba contra quién. Los golpes ya no respondían a bandos.
CASTRO: Empezó a ser como una pelea campal donde ya le estaban pegando a todos, o sea… todos contra todos.
GUZMÁN: Eventualmente la policía tomó el control de la situación para separarlos y cercaron tanto a los emos como a los punks, pero no sabían muy bien de qué se trataba el conflicto ni quiénes eran los que se estaban peleando…
En el reportaje entrevistaron a un policía…
POLICÍA: Se detectaron ahí gente de otra creencia, de otro culto que evitamos se conjunten para que no vaya a haber ninguna agresión de ambas partes.
GUZMÁN: Ya no podían golpearse, pero seguía la tensión y los gritos a la distancia. Finalmente lo que funcionó para disolver el conflicto fue una distracción inesperada…
REPORTERA: De pronto como si fuera una broma o una película surrealista se escucharon cantos y música que salían del metro insurgentes. Era un grupo de hare krishna y aunque no lo crea ellos dispersaron la atención.
GUZMÁN: Eran hombres con túnicas naranjas y blancas… Todos los sábados montaban una presentación musical en la Glorieta de Insurgentes.
SÁNCHEZ: Llegaron ahí y como que calmaron un poco la situación… Más bien nos sacó de onda.
GUZMÁN: Y entre botellas y basura se oían cánticos y tamborines mientras la policía evacuaba a todos. El lugar quedó finalmente desierto.
No hubo heridos graves. Alejandro, Ollín, y Salvador volvieron a sus casas a salvo. Pero las noticias de las golpizas se esparcieron por las demás subculturas de Ciudad de México.
DARYNKAYNA MARÍN: Todo mundo nos enteramos lo que estaba pasando allá y dijimos que qué les pasa, no?
GUZMÁN: Ella es Darynkayna Marín. Tiene 37 años de edad y desde los 16 es goth o gótica… se viste casi completamente de negro, con ropa cómoda o vestidos de terciopelo, medias, botas y mucho maquillaje. Gran parte de su piel está tatuada. Sus accesorios son joyería de calaveras, murciélagos y huesos…
MARÍN: Mis cortinas son moradas, mis muebles son negros. Este… muy lúgubres para la gente común y tal vez a algunas personas no les se… sentirán muy a gusto aquí. ¿No?
GUZMÁN: Cuando ella y sus amigos góticos se enteraron sobre los ataques a los emos…
MARÍN: Aquí hubo una molestia muy grande por parte de... de la escena dark.
GUZMÁN: En ese tiempo a los goths se les conocía como darks, y hasta ahora los términos son intercambiables.
MARÍN: Nos juntábamos en el Tianguis Cultural del Chopo. Nos reuníamos ahí todos los sábados a partir de las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde, haciendo fanzines, haciendo propuestas de arte y así.
GUZMÁN: Y por supuesto que el conflicto de los emos fue un tema recurrente de conversación en el Chopo. Como miembros de la escena alternativa, se sentían muy preocupados por todo lo que estaba pasando.
MARÍN: La verdad sí llegó como a la indignación de que cómo era posible si nosotros nos consideramos personas empáticas, que también sufrimos cierta discriminación por parte de sectores de la sociedad por nuestra forma de vestir… Y que no… no comulgaba nuestra… nuestras ideas que teníamos arraigadas a agredir a otras personas por algo tan absurdo que es como se vestían, ¿no?
GUZMÁN: Pero se mantenían como observadores a la distancia… Hasta que un día…
MARÍN: Ehhh… un fin de semana en el Chopo llega una señora, que también es dark...
GUZMÁN: Se llama Angélica González o Angy…
ANGÉLICA GONZÁLEZ: Mi seudónimo Luna Negra, mi edad medio siglo… Soy de la vieja guardia del rock and roll.
GUZMÁN: En ese entonces tenía 37 años.
MARÍN: Y tiene tres hijas. Ella… Una es punk, la otra es emo y la otra es ska. Y ella es… pues era la mamá goth. Una familia muy alternativa y que era muy apreciada dentro de la comunidad del Chopo.
GUZMÁN: La hija que era emo tenía 14 años. Al comienzo Luna Negra no la dejaba ir sola a la Glorieta de Insurgentes. Para protegerla, claro. Sabía de las golpizas, de los cortes de fleco, de los insultos y hostigamientos, y no quería que nada le pasara.
Pero sí la acompañaba y ahí conoció bien a muchos de estos adolescentes, los escuchaba, orientaba… básicamente los adoptó.
GONZÁLEZ: Llegó el momento en el que me decían la mamá dark.
GUZMÁN: De hecho, ese sábado de la batalla en la Glorieta de Insurgentes, Luna Negra estuvo ahí… Vio, indignada, la violencia…
GONZÁLEZ: Los grupos chingones de punks de… de antaño, esos no se andaban con pendejadas de que “vamos a pegarle a un niño”. Fueron borregos, todos los que golpearon a los emos eran borregos.
GUZMÁN: O sea, no punks de verdad, sino gente que sigue algo por moda, en este caso golpear chavitos por diversión.
GONZÁLEZ: Defiende tu país, chingá. Defiende la represión contra el pueblo. ¿Qué vas a estar peleando porque se vistan o no se vistan? Son pendejadas.
GUZMÁN: Su hija no fue golpeada en la batalla de Insurgentes, pero sí le tocó en otra ocasión, mientras caminaba por la calle con sus amigos.
GONZÁLEZ: Y de repente estábamos ahí en el Chopo toda la banda y llegan corriendo unos emos: “le pegaron a tu hija”.
GUZMÁN: Para ella ese fue el límite. No solamente porque golpearon a su hija y a sus amigos, sino que los medios también los señalaban a ellos, a todos los “punks y darks”, como los agresores.
La escena dark quería ayudar a los emos y desmentir que en su grupo fueran agresores… Aquel día en el Chopo, cuando llegaron a avisarle a Luna Negra que su hija fue golpeada, Darynkayna sintió que era momento de parar todo esto. Era 22 de marzo, una semana después del enfrentamiento en la Glorieta.
MARÍN: En ese momento agarré y le dije: ¿Sabes qué? Vámonos ahorita a la Glorieta de Insurgentes y vamos a hablar con los chavos.
GUZMÁN: Para decirles que era el tiempo de aclarar las cosas. Que ya basta de violencia y agresiones.
Así que se fueron en bola, varios punks, darks, góticos y metaleros con Luna Negra y Darynkayna hacia las tierras de los emos. Imaginen la escena: un montón de personas vestidas de negro, con estoperoles, esas púas que se ponían en la ropa los punks y los darks, con peinados extravagantes, botas y pinta de rudos caminando por Ciudad de México, enojados, indignados… Tan intimidante era su presencia que, llegando al metro, los policías los dejaron entrar gratis por miedo de que hicieran destrozos.
Eran como cincuenta y llenaron un vagón entero. A Darynkayna se le ocurrió una idea para asegurarse de que los emos no pensaran que los iban a llegar a agredir. Un símbolo de paz.
MARÍN: Una bandera blanca improvisada con una camiseta de mi esposo (risa) en un paraguas.
GUZMÁN: Pero llegando a la Glorieta muchos emos se asustaron y se dispersaron. Con prisa, Darynkayna, Luna Negra y los demás se acercaron a hablar con los que quedaban. Les explicaron que no todos los punks y darks tenían intenciones de golpearlos, que los apoyaban y querían ayudar.
La reunión comenzó a tomar forma de mitin político de grupos urbanos. Darynkayna se acercó a los periodistas que estaban ahí y tomó la palabra. Esta es una grabación de ese día.
MARÍN: A eso venimos, a pedirles a ustedes que no tengan miedo de nosotros porque nosotros no venimos a agredir. Queremos platicar con ustedes para que se den cuenta de que nosotros jamás vamos a agredirlos físicamente, ni verbalmente ni de ninguna manera. Tanto punks, darks ni metaleros estamos dispuestos a que las televisoras TV Azteca, Televisa nos estén difamando. Que nos estén diciendo…
MARÍN: … que nosotros somos agresores. Siendo que ellos siempre nos han satanizando.
GUZMÁN: Se corrió la voz de lo que estaba pasando en la Glorieta y al lugar empezaron a llegar personas de varias colectivas LGTB que tenían ganas de ayudarlos. Y un representante del gobierno de la Ciudad de México. Entre emos, punks, darks, activistas y autoridades se hizo un diálogo a lo oficial, pero improvisado.
MANIFESTANTE: Dark, emo, punk, rockabilly o lo que seamos… somos humanos… hay que respetarnos entre nosotros…
GUZMÁN: Esta es una chica emo…
EMO: Pues qué chido que vinieron y… qué chido, vamos a hacer las paces, ¿no? Y Vamos a unirnos contra el gobierno (risas). No, pero qué padre.
GUZMÁN: Se agendaron reuniones con funcionarios para que los grupos alternativos pudieran exponer sus preocupaciones y entre todos se buscara una solución al incremento de la violencia contra los emos.
Luna Negra y Darynkayna les propusieron a los chavos emos que organizaran una marcha para dar a conocer su postura y como un intento de defenderse de manera pacífica. Los darks también se ofrecieron a montar guardias en la Glorieta de Insurgentes para observar si se acercaba alguno de los punks violentos y ayudar a los emos a correrlos… En los medios lo informaron así:
REPORTERA: Finalmente darks y emos hicieron las paces.
EMOS: ¡Tolerancia, tolerancia, tolerancia! (gruñidos)
MARÍN: Salió que ya no... ya habíamos firmado un tratado de paz… ¡hijos de su madre!, o sea, nunca firmamos nada simplemente, pues fue tratar de conciliar las cosas para que los medios ya dejaran de decir tanta cosa que no era cierta.
GUZMÁN: El 29 de marzo se hizo la marcha titulada “Respeto a la diversidad, no a la discriminación de la juventud". Era un día lindo, cálido... Varios emos, algunos acompañados de sus padres, otros solo de sus amigos, llegaron con carteles y gritaban consignas.
REPORTERO: Al grito de tolerancia y respeto, 300 jóvenes de los llamados emos realizaron una marcha este fin de semana.
GUZMÁN: Todo esto nos puede parecer cómico ahora, pero Daniel Hernández, el periodista con el que hablamos antes, asistió a esa primera movilización y tiene una visión muy diferente.
HERNÁNDEZ: Como que me da mucho sentimiento, como los veía como “mira a estos chamacos como marchando por su derecho de ser”… que es algo muy básico y algo que todos podemos sentir y compartir.
GUZMÁN: El recorrido fue desde la Glorieta hasta el Chopo, aunque muchos tenían miedo de ser recibidos con violencia y ser expulsados otra vez. Luna Negra usó su influencia de rockstar respetada del Chopo para hablar con sus dirigentes:
GONZÁLEZ: Les dije: “¿Saben qué? El tianguis del Chopo se caracteriza por ser un espacio abierto a todo tipo de expresiones sobre todo todo lo que es llamada las tribus urbanas”. ¿En qué se estaba convirtiendo el tianguis del Chopo? Si se supone que es un lugar abierto a todo tipo de expresiones, que defiende los derechos humanos, que defiende los derechos a la libre expresión.
GUZMÁN: Finalmente los convenció de dejarlos terminar allí la marcha. Era algo simbólico… terminar la marcha por la paz entre los grupos en el lugar donde ese hostigamiento había comenzado.
Cuando salieron de la Glorieta y empezaron el recorrido se dieron cuenta de que había una gran cantidad de policías resguardándolos. Era inusual. Los reportes dicen que eran 230 oficiales.
Al acercarse a la entrada del Chopo encontraron una tela convertida en un letrero que parecía haberse hecho con mucha prisa y poca pintura, pero el mensaje era lindo. Decía: “Bienvenidos al Chopo, emos”. Y otra un poco más grande en la que se leía: “El Chopo en favor de la cultura y la tolerancia”.
Pero en la entrada también había un grupo de anti-emos, no muy contentos con recibir una marcha de emos y menos con tantos policías. El ambiente empezó a volverse tenso. Y aunque uno de los organizadores del Chopo estaba hablando con un altavoz diciendo que “todos los tipos de personas son bienvenidos al lugar”, el conflicto se encendió una vez más.
Comenzaron los gritos de amenazas, de burlas…
Escuchen este grito: el que no brinque es emo.
ANTIEMOS: ¡El que no brinque es emo, el que no brinque es emo, el que no brinque es emo!
REPORTERO: Al llegar al también llamado crisol de subculturas, metaleros, punks, góticos y darks los recibieron con chiflidos, recordatorios familiares y hasta uno que otro botellazo.
GUZMÁN: Aunque pisaron por un momento la entrada de la tierra prometida, tuvieron que alejarse del Chopo para poder terminar el día tranquilos.
No fue lo que querían, pero tampoco dejó de ser una victoria. En los días siguientes, ya en abril, hubo varias reuniones entre autoridades, el consejo de la juventud de la Ciudad de México y grupos urbanos. Luna Negra y Darynkayna estuvieron presentes ayudando a explicar las dimensiones del problema y organizando estrategias para resolverlo. Como resultado se hizo la campaña “por la libertad de ser joven, vive y deja vivir”. La discriminación contra los emos se hizo un asunto oficial de Estado. Incluso la Comisión Nacional de Derechos Humanos publicó una investigación del conflicto.
GUZMÁN: Las cosas no se calmaron instantáneamente, se seguían reportando amenazas en diferentes zonas del país, pero los adolescentes ya no estaban enfrentando la situación solos.
Se abrieron carpetas de investigación para dar con los organizadores virtuales de las golpizas de marzo y se siguieron haciendo actividades para la campaña como conciertos, concursos, foros… Hasta que un día amanecimos sin ataques contra los emos, pero eso es porque ya no había emos a quién molestar.
En lo que pareció como un abrir y cerrar de ojos los emos se extinguieron. Ya no encontrabas a ninguno en la Glorieta, ni en los pasillos de mi escuela, ni en las plazas… ¿se cansaron del maltrato y renunciaron al estandarte emo?, ¿finalmente los antiemo lograron asustar a todos?
En realidad nuestra generación simplemente creció. Los emos más grandes entraron a la universidad y todos siguieron construyendo su identidad hacia otras direcciones. Daniel Hernández, que ya tenía bastante tiempo dándole seguimiento a los emos, también recuerda esa transición.
HERNÁNDEZ: Para mí siento que muchos estaban iniciando su camino a su eventual cultura con la que se iban a quedar.
GUZMÁN: Emos se hicieron punks, otros goths, otros hasta skaters o raperos… o qué sé yo… podcasteros…
HERNÁNDEZ: O hasta un hippie neoazteca. O salieron como personas queer.
GUZMÁN: Para muchos la etapa emo fue un terreno para poder explorar su identidad sin ser juzgados ni esconderse. En México, hasta la fecha, existe el estereotipo de que los hombres tienen que ser muy masculinos, fuertes, aparentemente sin sentimientos, rudos… Cualquiera que se saliera de esa línea podría ser etiquetado como gay.
Pero entre los emos nadie juzgaba la apariencia ni la vulnerabilidad del otro. Ese era precisamente el punto, tenían la libertad de ser. Los hombres emos también invertían tiempo en maquillarse, algo que era polémico.
HERNÁNDEZ: Por primera vez se veía, según yo, entre jóvenes ehm... chamacos, hombres, usar maquillaje de ojo. Y eso también como para algunos… este… mexicanos era algo como gay, ¿no? Era algo que un hombre o un niño no debe hacer.
GUZMÁN: Probablemente muchos punks y darks estaban genuinamente enojados porque sentían que los emos estaban plagiando su estilo… pero en el fondo, tal vez, gran parte de esos ataques, hostigamientos y bullying colectivo fue algo más simple, y más arraigado en la sociedad mexicana: la homofobia.
La tendencia emo arrasó y había muchos hombres que se sintieron amenazados por ello. Recuerden las palabras de Kristoff: “tendencia para niñitas”. O los insultos que les decían en la calle: “pinches emos putos…”, que en México es una manera muy despectiva de llamar a los gays.
Pero sin proponérselo y probablemente sin saberlo, los adolescentes emos cuestionaron el estatus quo del macho.
HERNÁNDEZ: Los emos estaban proponiendo una ruptura con las normas de género y las… y las normas que identificamos en una sociedad todavía muy machista como la es de México, este… de algo no de varones o algo así eso también fue un punto de conflicto o de violencia o de un intento de opresión.
GUZMÁN: Y aunque el emo nunca se convirtió en una subcultura establecida, “oficial”, como las demás... por ese simple hecho de cuestionar esta masculinidad, ya son legendarios.
ALARCÓN: Daniel Hernández escribió sobre los emos y punks en su libro Down & Delirious in Mexico City, que recopila esta y otras historias increíbles de la Ciudad de México. Muy recomendado. Tenemos un link en nuestra página web. Actualmente cubre cultura en el LA Times.
El Mosco y Bake, o sea Ollín y Alejandro, crecieron y dejaron atrás el emo. Formaron parte de una banda y actualmente se dedican a sus trabajos y a su vida adulta.
Darynkayna y Luna Negra no han podido regresar al Chopo por la pandemia. Pero siguen siendo parte de la escena alternativa de la Ciudad de México de manera virtual.
Un agradecimiento especial para Roger Vela y Pablo Merodio. También para todos los ex emos, punks y goths que consultamos para este episodio, gracias por su ayuda.
Esta historia fue producida por Fernanda Guzmán. Es asistente de producción de Radio Ambulante y vive en Ciudad de México.
Este episodio fue editado por Camila Segura, Nicolás Alonso, Luis Fernando Vargas y por mí. Desirée Yépez hizo el fact-checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano con música original de Rémy.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Lisette Arévalo, Aneris Casassus, Xochitl Fabián, Camilo Jiménez Santofimio, Jorge Ramis, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, David Trujillo y Elsa Liliana Ulloa.
Emilia Erbetta es nuestra pasante editorial.
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.
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